ELECTORES
Aun cuando no todos los ciudadanos estén llamados directamente a dirigir los asuntos del país, todos tienen, sin embargo, la obligación de ejercer plenamente sus derechos y sus deberes en materia política, al votar a los responsables de la Administración del Estado en los países democráticos. Por tanto, todos deben tomar en serio el derecho de votar, conscientes de la gravedad de su elección. Han de usar de su derecho para designar hombres preparados, prudentes, honrados, competentes, morales y dedicados al bien común, sin espíritu partidista, preocupados únicamente por el interés del país. Suele decirse vulgarmente que un pueblo tiene el gobierno que se merece. Que nuestro pueblo de Guinea Ecuatorial sepa merecer, por su vigilancia, su madurez y su deseo del interés nacional, los dirigentes que cumplan dignamente con su alta misión.
ELEGIDOS
Los elegidos como mandatarios deben ser artífices y servidores del bien común, no procuradores de la prosperidad de un grupo étnico o de una clase social. En nuestro país es preciso revalorizar el concepto de servicio público tan desconocido por muchos.
Quien entra en el, desde el mas alto mandatario hasta el mas humilde funcionario, debe demostrar con su modo de proceder que comprende lo que es servicio público. Este no es —como dijimos líneas atrás—medio de un enriquecimiento inmoderado y rápido en favor propio o en el del clan o tribu, en favor del distrito o región a que se pertenece.
Durante los años de autonomía ha quedado un poco mal parada en la opinión pública guineana la estima debida a los que estaban directamente al servicio del Estado en pro del bien común. La revalorización del servicio publico y la restauración de la dignidad de los entregados al mismo, será posible en la medida en que los funcionarios públicos se muestren dignos de ello. `
Servidores del bien común debe ser el titulo principal de los dirigentes conscientes de su delicada misión. Si se benefician con algunos privilegios, es en razón de la importancia de sus responsabilidades.
Como servidores del bien común velaran por los intereses de todos los ciudadanos, sin favoritismos; realizaran una política que respete la jerarquía de Valores; crearan una unidad nacional fundada en el respeto mutuo a las diferencias y peculiaridades locales y regionales.
Un hombre de Estado o funcionario público no se improvisa ni tampoco se improvisa un hombre político. Esto se consigue preparándose con el estudio y la reflexión, iniciándose progresivamente en los problemas y cuestiones complejas que plantea el desarrollo de un país. Es signo de cordura y de prudencia recurrir al consejo de especialistas honrados; es falta de moral y de honradez profesional recurrir a los corrompidos o ambiciosos de cargos y sueldos elevados posponiendo el bien común de la nación al interés propio.
Hemos aludido a la técnica al requerir el consejo de especialistas. La técnica sola no basta; es preciso que vaya unida a un profundo valor moral. Se requiere, además, un genuino sentido de responsabilidad y de integridad que no se deje corromper y de espíritu de trabajo y de entrega.